viernes, 16 de diciembre de 2011

Capítulo 6 La sierra de Gredos



¿Hay algo más agradable que el clima de montaña en primavera? El aire de la sierra deleita el olfato como el más sutil de los perfumes e insufla la vida en los pulmones como la ambrosía a los dioses.
Habían pasado dos días desde que enviara el mail y me hallaba tomando un refrigerio en una terraza del jardín del pueblo, esta terraza era la de un pequeño kiosco sito junto a una fuente que se guarnecía bajo un tilo, un lugar tan bello como agradable.

Entonces oí su voz.
-Víctor Díaz García, el hombre de las tres tildes. Здравствуй товарищ (Hola camarada)
Me di la vuelta y ahí estaba, era Piotor, pero su estado me encogió el alma, estaba completamente demacrado, el mío no era precisamente confortador, pero el suyo era el de un muerto en vida, una sombra del Spetsnaz que era.
-Nada ocultas con esas gafas de sol, con quien te peleaste.
-Con unos compatriotas tuyos amigo mío.
-Y por eso necesitas mi ayuda.
-Has acertado de pleno, pero... ¿Qué es lo que te pasa a ti?
-Un cáncer avanzado. Ya le queda poco a tu amigo.

-No desesperes amigo mío siempre hay... tiempo.
-Eso es justo lo que ya no me queda.
-Yo te lo daré.
-Ya es tarde, si lo hubiese tratado a tiempo es casi seguro que me hubiese curado, pero ahora...
-¿A tiempo? ¿A cuánto tiempo te refieres?
-¿Recuerdas la última vez que nos vimos?
-Sí. Hace 10 años. ¿Hubiese sido entonces a tiempo?
-Supongo que sí.

-Necesitabas tiempo y yo te lo voy a dar, sé que te va a costar creer lo que te voy a decir pero tampoco tienes nada que perder.
-Todo esto es muy extraño Víctor.
-Tenemos que marchar.
-¿A dónde?
-¿Has estado en Tintagel?
No pude por menos que sentir un deja viu, como dijo Merlín, los sentiría a menudo viajando así. Mirándolo desde un plano positivo no tuve que planear nada, ya sabía exactamente a qué hora salían desde Madrid los vuelos para Brístol, aquel pueblo estaba a poco más de una hora de Madrid y Brístol era el aeropuerto más cercano de Tintagel.
Piotor estaba agotado, el acceso a la cueva era muy abrupto y debido a su enfermedad se hallaba exhausto.

-Esto es un portal temporal.
-¿Una máquina del tiempo?
-Algo así.
-¿Cómo funciona?
-Hay que situarse entre los dos espejos que forman la losa pulida y las aguas de este lago y pronunciar un poema con el pensamiento puesto en un espacio temporal.
-Parece sencillo. ¿Es seguro?
-De este modo sí. Completamente seguro. Yo saldré primero, retendré en mi mente el 15 de mayo de 1999 a las 5:00 PM, tu retén 5 minutos después, o sea a las 5:05 Pm ¿Entendido?
-Sí. 15 de mayo a las 5:05 PM ¿Puedo recitar el poema que yo quiera y en el idioma que yo quiera?
-Dicen que los mejores poemas para este menester son los sonetos, pero sé a ciencia cierta que siendo un buen poema funcionará.
Piotor se mostraba lógicamente incrédulo, pero no tardaría en comenzar a creer.
Me situé en el punto para dar el salto y comencé a recitar:


Luna blanca, luna gris,
Según me siento
Así te vi.
Luna que vistes
La luz del sol en gala.
Te confieso
Mis anhelos,
Vaga en ti
Mi mirada,
Refléjala
En mi amada.
Hada de la noche,
Santuario
De los amantes.
Tus brillos de plata
Son lágrimas derramadas,
Por ella, por mí,
Por quienes se aman.
Dame luz,
Tu albo calor,
No argento llanto.
Mírame,
Mírala,
Salva la distancia,
Que de ella me separa.


Piotor Apareció asustado, asustado y perplejo, no daba crédito a lo que acababa de sucederle, había sido testigo de mi salto y luego había saltado él, no podía salir de su asombro.
-Amigo mío, sabes en la fecha en la que te encuentras, ahora debemos dirigirnos al lugar donde se encuentra tu persona en este espacio temporal.
-¿Qué haremos cuando estemos frente a él?
-Te fundirás con él. Tu cuerpo será el de esta época con la juventud que conlleva, pero la mente será la que tienes ahora con todos tus conocimientos.
-De ese modo podré comenzar a luchar contra el cáncer.
-Exacto, pero ya no regresará tú persona actual, yo regresaré solo.
-¿Debo preocuparme por eso?
-En absoluto, en esa existencia se puede decir que ya estabas muerto.
-Sí. Es cierto, estaba muerto en vida.
-Continuarás tu vida tal y como la viviste si es tu deseo o podrás enmendar errores, esto último no es aconsejable, al enmendar errores, probablemente generes otros mayores, además está el vínculo del destino.
-¿Eso del vínculo qué es?
-Es un principio fundamental que obliga a que determinadas cosas sucedan una y otra vez.
-Es extraño.
-Sí, sí que lo es y lo peor es que no puede alterarse.
-Pongámonos en marcha, cada vez me siento más débil.
Elegí el 15 de mayo a sabiendas de que Piotor se vería conmigo el día 16 de ese mismo mes en Madrid.
Estábamos en el parque del retiro, junto al embarcadero, en pleno centro de Madrid, ya había olvidado lo hermoso que es en primavera.
Allí estaban nuestras dos personas de aquella época, fue allí donde nos despedimos.
-Recuerda lo que te dije, debes tocarlo para fundirte con él un momento a otro aparecerá tu otro ser, debes hacerlo mientras le dure el pasme de verte, después reaccionará y ninguno de los dos está en condiciones de hacerle frente a todo un Spetsnaz.
Apenas se separaron, abordamos al Piotor de 1999, este Piotor era diez años más joven y no se apreciaba en el ningún síntoma de la enfermedad que lo amenazaba.
- тихий (Tranquilo) -, le dijo Piotor a su otro yo mientras le asía la mano con fuerza.
Se fundieron y al fin del proceso Piotor me miró agradecido y me dijo:
-Gracias amigo mío te debo la vida.
-Tú hubieses hecho lo mismo por mí.
-Sí, si hubiese podido.
-Ahora debes comenzar el tratamiento, será muy costoso ¿Necesitas dinero?
-No. Tengo una pequeña fortuna amasada.

-Nos veremos en la terraza de Gredos, allí te esperaré.
Nuevamente estaba en la terraza y para el camarero yo habría salido a dar un paseo con el extraño que apareció y había vuelto unos minutos después, pero... ¿Dónde estaban mis hematomas? El mesero se rascó la cabeza intentando salir de su asombro. Finalmente decidió no ser indiscreto y me pregunto disimulando:
-¿Tomará otro refresco?
-Sí, gracias.
-Su amigo se acerca de nuevo ¿Le sirvo lo mismo de antes?
-Por supuesto.
El camarero no salía de su asombro, primero vio desaparecer mis hematomas y ahora se encontraba con un hombre que hace unos minutos estaba acabado y de repente parecía un atleta. Debió suponer que éramos actores y ensayábamos caracterizaciones de modo que preguntó:
-¿Cuándo ruedan la película? ¿La rodarán aquí?
Piotor le miró extrañado yo le dije:
-La rodarán muy pronto, pero aquí sólo filmarán interiores del castillo.
-Pues está hecho polvo por dentro, una verdadera ruina (Dijo irónico el camarero)
-Por eso mismo lo quiere el director -, le contesté burlón.
El camarero no paraba de mirar en todas direcciones buscando alguna unidad móvil u otro vehículo de la organización de aquella supuesta película. Piotor comprendió mi guasa y comenzó a reírse ante la desesperación del camarero que se marchó.

-Los médicos no mentían, el tratamiento a tiempo era efectivo, estoy completamente curado.
Me levanté y le di un abrazo a mi amigo, el camarero nos miraba extrañado desde la barra del bar, finalmente hizo un gesto de desidia con la mano y continúo con lo suyo.
-No sabes cuánto me alegro, no podía imaginar perderte.
-Ahora me dirás en que lío te has metido.
-Por supuesto, te pondré al día de todos y cada uno de los pormenores, ahora que ya conoces la verdad del reflejo del cobalto perteneces a nuestro equipo.
-¿Qué equipo?
-Aguardan en otro espacio temporal, ahora debemos recuperar unos de los espejos de Leonardo.
-¿De qué me estás hablando?
-Será mejor que te lo enseñe.
Nos fuimos a la casa que tenía en aquel pueblo y allí se lo mostré:
-Ese brillo azul me resulta familiar amigo Víctor.
-Es el cobalto.
-El mismo de la losa de la cueva.
-Sí. Para generar el reflejo infinito hace falta un segundo espejo.
-En la cueva el segundo espejo era el lago.
-Sí. En mi primer viaje usé como espejo una webcam y un antiguo monitor, su radiación era diferente y mi viaje fue muy accidentado.
-¿Cómo de accidentado?
-Mucho. No te lo aconsejo.
-¿Dónde está el otro?
-Creí que tú sabrías algo.
-¿Qué te llevo a pensar eso?
-Tengo entendido que está en manos de la mafia rusa.
-¿En qué te basas para creerlo?
-Fueron ellos los que me dieron la paliza ¿No sabes nada?
-No. La enfermedad me apartó de la organización estos últimos años.

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