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Resumen
Capítulo 1 la cueva de Merlín
Capítulo 2 Siglo XXI
Capítulo 3 En el pueblo
Capítulo 4 El regreso
Capítulo 5 El anticuario
Capítulo 6 La sierra de Gredos
Capítulo 7 El bucle
Capítulo 8 Cáceres
Capítulo 9 Mombeltrán
Capitulo 10 San Petersburgo
Capítulo 11 Beriev BE-200
Capítulo 12 Rijeka
Capítulo 13 Atando cabos
Capítulo 14 El teatro de Rijeka
Capítulo 15 Nápoles
Capítulo 16 Pompeya
Capítulo 17 La última cena
Capítulo 18 El tormento de Merlín
Capítulo 19 Bienvenido a la vida Merlín
Capítulo 20 El palacio de los Atienza
Capítulo 21 Nuestro querido Alex
Capítulo 22 La travesura
Capítulo 23 El regreso de Alex
Capítulo 24 Juntos de nuevo
Capítulo 25 Noches blancas
Capítulo 26 El pantano de Rosarito
lunes, 20 de febrero de 2012
jueves, 16 de febrero de 2012
Capítulo 26 El pantano de Rosarito.
Acuatizamos en el pantano de Rosarito,
éste se encontraba dentro de la provincia de Extremadura, pero estaba a apenas
media hora de distancia de Mombeltrán.
Desembarcamos con un pequeño bote
hinchable que llevaba de dotación el hidro, con él nos acercó hasta el
embarcadero Piotor mientras Antolín e Ivanóvic anclaban el Beriev.
En el embarcadero ya nos aguardaba
Sergei que había acudido en nuestra búsqueda con un vehículo todoterreno, me
dio las llaves y montó en el bote con Piotor de regreso a la nave.
Nuestros amigos rusos se quedaron
custodiando la nave y el espejo.
-¿Estarán bien? -, se preocupó Roxanne.
-Perfectamente, están acostumbrados.
-Pero… ¿dónde dormirán?
-La nave tiene literas, además… seguro
que se ponen a pescar, ja, ja, ja
-Sí, o se pondrán a jugar a las
cartas, cosas de chicos, ja, ja, ja -, se sumo a mi risa ya completamente
calmada.
Llegados a la casa, Alex corrió a los
brazos de Roxanne y ella se lo comió literalmente a besos.
Les contábamos las maravillas de San
Petersburgo ante la asombrada mirada de Alex y la no menos atenta de Merlín.
Descansamos aquella noche y al día
siguiente regresamos al pantano con un amigo del pueblo que se limitó a
llevarnos junto con el espejo y luego regresó a Mombeltrán.
Desde el embarcadero pudimos ver las
cañas de pescar asomando por las compuertas del Hidroavión, como ya supuse
estaban pescando, nos habían visto llegar y ya se acercaban en el pequeño bote
Piotor e Ivanóvic.
-Alex, te presento a nuestro gran
amigo Piotor -, le dijo Merlín.
-Encantado -, el pequeño le alargó su
manita para estrechársela.
Piotor le miraba lleno de ternura, esa
mirada nunca se la habíamos visto.
Le tomó la mano y después le estrechó
en sus brazos.
-Así saludamos en Rusia –, decía
mientras achuchaba a Alex.
-Le has asustado. Yo me llamo Ivanóvic
-, bromeaba como de costumbre, estrechando la manita de Alex y sacándole una
linda sonrisa.
El bote era muy pequeño, de modo que
primero cargaron el espejo Ivanóvic y Piotor, luego Ivanóvic nos llevó a Roxanne
y a mí y por último llevó a Alex y a Merlín.
Antolín saludó con un gesto militar al
niño, con una divertida sonrisa que contagió al pequeñín.
-¿Quieres que te enseñe mi nave? -, le
preguntó Anatoli al niño.
-¡Siiiiiii! -, contestó
ilusionadísimo.
Aquel avión estaba completamente
equipado, tenía hasta una cocina en la que Sergei ya estaba cocinando el
pescado, nuestro amigo resultó ser un cocinero excelente.
Merlín miraba fascinado los dos
espejos juntos, no podía dar crédito a sus ojos.
Mientras comíamos los manjares que
cocinaba Sergei, fuimos ultimando los detalles del plan.
-Volaremos desde aquí hasta las
Azores, allí llenaremos los tanques de combustible -, explicaba Piotor.
-¿Desde allí hasta Ottawa habrá
combustible suficiente? -, preguntó Merlín.
-Haremos escala en St. John -, le
contestó Piotor.
-Al este de Canadá -, añadí yo.
-Piotor, me dijiste que teníais una
ubicación perfecta en Ottawa ¿verdad? -, preguntó Merlín.
-En realidad nos dirigimos a Merrill
island, es una isla muy poco concurrida, junto a Lemieux island, en el rio Ottawa.
-Pero… ¿Ottawa no es la capital de Canadá?
No sabía que fuese un rio -, interrumpió Ivanóvic.
-La ciudad lleva el nombre del río
donde se erigió, es algo muy común -, le apuntó Merlín.
-¡Bueno! ¡Es hora de divertirse!
¿Habéis traído el traje de baño? -, exclamó Ivanóvic.
-¡Yo ya lo estoy! -, respondió Anatoli
mostrando un neumático que infló a modo de flotador.
-¿Cuándo salimos para las Azores? -,
preguntó impaciente Merlín.
Piotor dirigió una mirada
tranquilizadora al mago y le dijo:
-Hoy descansaremos aquí, el hidro
dispone de cuatro literas, una, para el niño, otra para Roxanne, otra para ti y
otra para Anatoli, el piloto ha de descansar adecuadamente, el resto dormiremos
en sacos de dormir.
Roxanne se acercó y añadió:
-No son muchas las ocasiones en las
que nos podremos reunir todos, menos aún en un sitio tan agradable y apacible,
debemos disfrutar el día.
Alex miraba a Roxanne con su mágica
sonrisa, repleto de ilusión, no importaba lo que deparase el futuro, al fin y
al cabo ellos escribían el suyo propio.
FIN
Capítulo 25 Noches blancas.
La primavera se pasó en un suspiro: los días en compañía del pequeño cobraban un sentido nuevo.
Merlín, completamente restablecido, salía a pasear con el pequeño
por el pueblo. Tal como supuso el médico
que le atendió en Nápoles, su período de recuperación fue muy breve.
Estábamos a mediados de junio y tal
como convenimos con Piotor, le debíamos una visita en San Petersburgo.
Decidimos quedar a Alex con Merlín en
Tintagel y marchar Roxanne y yo, para disfrutar de un viaje romántico en el San
Petersburgo de las noches blancas.
Podíamos haber continuado la misión
tras la recuperación pero todos necesitábamos unas pequeñas vacaciones.
Volamos hasta la ciudad de los zares. Piotor había dejado a Sergei a la custodia del espejo en Mombeltrán y tras
coger un avión a San Petersburgo, nos aguardaba en el aeropuerto:
-Bienvenidos de nuevo a mi ciudad, amigos míos, en esta ocasión disfrutaréis de ella en todo su esplendor.
-Lo prometido es deuda Piotor y esta
deuda sé que será un placer saldarla -. Apunté entusiasmado a mi amigo.
-Os garantizo que lo será, ahora os
llevaré al hotel para que os pongáis cómodos y después comeremos juntos para
organizar vuestro itinerario.
Nos volvimos a alojar en el Katyusha,
era un hotel muy céntrico y ya nos habíamos acostumbrado a él.
Durante la comida Piotor nos asombró
describiéndonos las maravillas que íbamos a ver en su ciudad y no exageró nada,
no era costumbre en él exagerar.
El decidió que para disfrutar del
romanticismo de la ciudad, debíamos pasear solos, él nos indicaría los lugares
mientras visitábamos los museos por la mañana.
Por fin pude entrar en el Hermitage y
quedé extasiado, cuánta belleza, tantas maravillas juntas, pinturas,
esculturas, miles de objetos de todo tipo, tres mañanas lo visitamos y aun
quedó tanto por ver.
Era realmente alucinante, las tardes
no tenían fin, al igual que sus largas avenidas, por las que paseábamos durante
horas, las recorríamos bajo aquella fascinante luz.
El clima era suave, ni frío ni calor
en exceso, ideal para visitar tan idílico lugar.
Sus canales ciertamente recordaban a
Venecia, recuerdo aquella tarde que los recorrimos en aquel pequeño barco, era
tan romántico.
Elevaban todos los puentes Para que
los barcos navegaran por entre sus calles y los engalanaban con luces y
guirnaldas, era como en un cuento de hadas.
-Tenemos que volver alguna vez más mi
amor -, me dijo embelesada Roxanne.
-Sí. Aún nos ha quedado mucho por ver,
esta ciudad es inmensa, y tan hermosa...
-Pasaremos una semana todos los
veranos.
-Sí. Sera nuestra luna de miel, todos
los años.
-¡Sí! -.exclamó ilusionada Roxanne.
Tras nuestras idílicas vacaciones nos
pusimos de nuevo manos a la obra, para organizar uno a uno los pasos que
debíamos tomar.
Comenzamos reuniéndonos con Piotor. Él
ya había planeado el traslado de los espejos y dado lo importante de la misión,
nos reuniríamos todos y cada uno de los miembros de nuestra organización.
El Beriev era la pieza clave entorno a
la que giraba toda la organización de Piotor, tenia su base principal en el
lago Ladoga.
Inicialmente el aparato llegó a la
organización a través de Anatoli, cuando trabajaba como piloto de pruebas para
la empresa que desarrolló el proyecto Beriev B200 en los años 90.
Con el capital de Piotor se hicieron
accionistas y aprovechaban sus viajes para promocionarlo y venderlo por todo el
mundo.
-Debemos realizar un viaje
transoceánico hasta Ottawa, pero a pesar de lo complejo ya lo tengo todo
planeado -, comentó muy seguro de sí mismo Piotor.
-¿Qué autonomía tiene la nave? -, le
pregunté preocupado.
-3.700Km sin tener en cuenta los
depósitos auxiliares.
-Son más de 4000 la travesía
transoceánica -, le advertí.
-No desde las Azores hasta St. John en
Canadá, por esa ruta son 3000 escasos - , contestó para mi tranquilidad Piotor.
-Es perfecto -, exclamé entusiasmado.
-Haremos la primera escala en Rijeka,
para recoger el primer espejo y a Ivanóvic -, nos explicó Piotor.
Volamos hacia Rijeka A bordo del
Beriev, llegamos de noche, ayudados por el alumbrado del puerto realizamos el amarre,
tras el papeleo nos encontramos con Ivanóvic.
-Hola amigos, os echaba de menos,
esperaba encontraros con las gafas de sol puestas -, saludó Ivanóvic con su ya
conocida simpatía.
-¿Gafas de sol? Pero si son las diez
de la noche -, le dije.
-Ivanóvic, tú siempre sueltas la misma
broma de las noches de sol, no tienes arreglo -, le reprochó Piotor.
Él, riendo y muy lejos de ajustarse al
reproche, lanzó una sonora carcajada, a la que nos sumamos Roxanne y yo, ante
la mirada de resignación de Piotor.
Nos alojamos en el hotel Milenij como
la vez anterior y allí tras acomodarnos bajamos al vestíbulo en busca de
nuestro anfitrión, cenamos en compañía de Antolín esta vez, éste nos deleito
contando anécdotas de sus hazañas como piloto de pruebas.
-Eso no puede ser, no se puede
alcanzar tanta velocidad en un avión -, le reprochaba Piotor.
-Depende de la máquina tanto como del
piloto -, decía Antolín con una desafiante mirada que nos dejaba en la duda de
si realmente fanfarroneaba.
Después de la cena nos fuimos a descansar,
puesto que al día siguiente debíamos continuar la misión.
Merlín y Alex se habían trasladado a
Mombeltrán y nos aguardaban junto a Sergei.
Estábamos impacientes de verles y
contarles nuestra andadura por San Petersburgo.
Por su parte Piotor e Ivanóvic también
lo ansiaban por ver como se encontraba Merlín tras su recuperación.
La última vez que le vieron se
encontraba en un estado más que lamentable, tras aquella tortura a la que le
sometieron.
Así mismo querían conocer a aquel
pequeño del que tanto les habíamos hablado y que ya tenía conquistados sus
corazones.
lunes, 6 de febrero de 2012
Capítulo 24 Juntos de nuevo
Ya estábamos sentados a la mesa y
mirábamos expectantes a Alex.
-Lo siento -, susurraba completamente
arrepentido Alex.
-No hace falta que te disculpes, en
realidad tu travesura ha tenido un resultado realmente genial -, le arengaba Merlín.
-¿Síii? -, musitó sonriendo Alex.
-Sí, todo ha acabado muy bien, pero
fue muy peligroso, has corrido un gran peligro -, le repuso Roxanne.
-Perdonadme. Es que quería ver a
Merlín porque estaba muy malito -, decía Alex con un mohín dibujado en su
rostro.
-Sí, todo ha estado bien, pero debes
prometernos que no te volverás a escapar -, le aseveré al niño.
-¿Podré quedarme con vosotros? Os
prometo que no me volveré a escapar -, decía anhelante el pequeño.
-Por supuesto que te quedarás con nosotros,
lo estábamos deseando tanto o más que tú -, terminó diciendo Merlín.
El niño comenzó a reír con su risa
cantarina, era inmensamente feliz, igual que nosotros.
-Aquí todo es muy raro, las cosas son
diferentes, hacen cosas diferentes, visten diferente, incluso hablan diferente.
-Sí. Es normal, mi niño, a Merlín y a
mí nos pasó igual, no te preocupes, te acostumbrarás muy pronto -, decía Roxanne, tranquilizadora.
-Ahora tienes mucho que aprender,
tendrás que esforzarte -, añadí yo.
-Eso está muy bien. Pero habrás de
aprender mucho más, en este siglo se han descubierto muchas cosas. Ya lo irás viendo -. Añadió Merlín.
-¿Te duele mucho? -, le preguntó Alex
a Merlín sobre sus heridas.
-Ya no, ya casi estoy bien.
-Estaba muy preocupado, no sabía
cuánto daño te habían hecho.
-Ya no nos harán daño, tenemos amigos
que nos protegen, en este siglo difícilmente volverán a atacarnos. -, añadí
para calmar a Alex.
-¿Qué pasará con Bill? -, preguntó
Alex.
-Estará bien en su época, si lo deseas
podrás verle, como nosotros te veíamos a ti. -, le dije a Alex.
-Sí. Querré verle, siempre ha sido
bueno conmigo.
Nos parecía mentira, Alex estaba con
nosotros, viviría y crecería con nosotros, era un sueño hecho realidad.
-¿Cómo lograste dar el salto en el
tiempo? -. le preguntó Merlín a Alex.
-Vi a Roxanne y a Víctor saltar, al
principio tuve mucho miedo, sobre todo cuando
desaparecían, da mucho miedo, pero quería saber cómo estabas.
-¿Cómo sabías lo de los poemas? (Le
pregunté yo)
-Os oí a ti y a Roxanne, se lo que es
un poema, Bill me enseñó, pero yo sólo me acordé de uno muy pequeño.
-¿Cuál? (Le preguntó curiosa Roxanne)
El niño recitó su poema:
Como la niña
inocente
Ensarta el
alimento.
Haciendo su
collar inconsciente.
Hilar gotas
es vano intento,
Pues pasado
el presente,
Tan solo será un lamento,
Que si bien
lamente,
Su instinto
dejó contento.
Todos nos quedamos embelesados y Roxanne
después de lanzar un suspiro dijo:
-Que hermoso. ¿Lo escribiste tú?
-Ja, ja, ja -, nos reímos todos.
-Yo te enseñaré a componer sonetos.
-¡Pero Merlín! El compondrá o recitará
los poemas que le gusten -, le replicó Roxanne.
-Vale, pero ya verás cómo le gustan
los sonetos -, insistió Merlín.
-Los sonetos son muy bonitos, pero son
muy difíciles de componer -, decía el pequeño.
-Ese poema que has recitado es muy
bonito, no tienes por qué buscar poemas complejos si no te gustan -, comenté
yo.
-Pero si a mí me gustan los sonetos,
pero... -, decía Alex dubitativo.
-Te entiendo, a mí mismo al principio
me costaba mucho entenderlos, me gustaba pero los veía complejísimos -, añadió
Merlín.
Tras la cena acostamos a Alex, esta
vez no tendríamos que despedirnos, no tendríamos que volver a llorar su
ausencia. Le dejamos en su cama durmiendo como
un ángel y nos fuimos a dormir.
Fuera hacía una noche de perros, la
tormenta arreciaba, parecía cobrar fuerza por instantes. Los relámpagos
arrojaban sombras fantasmagóricas y los truenos que les sucedían, te
sobresaltaban por su retardo debido a la distancia a la que caía el rayo.
Estábamos en la cama y oímos como se
abría nuestra puerta y vimos una cabecita asomando.
-Tengo miedo, suenan muchos truenos.
-Entra. Esta noche dormirás con
nosotros -, le dijo amorosa Roxanne.
domingo, 5 de febrero de 2012
Capítulo 23 el regreso de Alex.
Merlín comenzó a relatar su
investigación:
-Necesitaba ir al archivo del templo.
-¿Pero cómo no avisaste a la
enfermera? -, le reprochó mas que preguntarle Roxanne.
-No digas burradas -, le atajé yo.
-En serio, es como esas amas de llaves
que se ven en las películas de terror -, explicaba convencido Merlín.
-Dios bendito, que exagerado -, decía
casi riendo Roxanne.
-Tomé un taxi en cuanto pude esquivar
a esa arpía.
En ese instante salió la “Arpía” y
dijo:
-¡Le he oído!
Llevaba las maletas y miraba la puerta
ansiosa, yo me interpuse en el camino de la puerta y ella me miro con un odio
que me hizo pensar que las palabras de Merlín eran muy ciertas, me desplacé a
un lado y ella se dirigió hacia la entrada mascullando entre dientes.
-¿Pero a dónde va con lo que está
cayendo? -, le decía Roxanne en un vano intento de retenerla.
-Si ese diluvio de ahí fuera es un infierno, será mucho más placentero que el que hay aquí dentro -, remató la enfermera antes de abrir la puerta franquearla y cerrarla tras de sí con un fuerte portazo.
-Si ese diluvio de ahí fuera es un infierno, será mucho más placentero que el que hay aquí dentro -, remató la enfermera antes de abrir la puerta franquearla y cerrarla tras de sí con un fuerte portazo.
-No ha dicho ni adiós -, comentó Roxanne.
-Una despedida a la francesa -, apunté yo.
Nos acercamos a la chimenea intentando
entrar en calor, puesto que aún estábamos empapados los tres.
-¿Qué es eso tan importante que nos
tenías que decir, Merlín? -, pregunto Roxanne ansiosa.
-Ya veo que vosotros tampoco la
echaréis de menos -, dijo Merlín divertido.
-¿Es acerca de Alex? -, volvió a
preguntar Roxanne, más ansiosa si cabe.
-Sí. Estaba investigando en la
biblioteca y encontré el diario de Bill y cuando estaba a punto de desistir,
cuando pude dolorosamente comprobar que todos los hechos conocidos por nosotros
sucedían uno tras otro inevitablemente, algo pasó...
-¿Qué? -, casi gritamos Roxanne y yo.
-Una de las líneas del diario de Bill
cambió, y luego otra y otra y después cambiaban tan deprisa que no lo podía
leer.
-Alguien mutó el pasado -, susurré
desconcertado.
-Exacto. Yo ya lo había visto antes
¿Recordáis lo que os dije de los cambios que hacía Lorena?
-Sí, tú nos dijiste que lucharíamos
por evitarlos -, dijo Roxanne preocupada.
-Ha pasado exactamente lo mismo, pero
esta vez el resultado es positivo, una maravilla -, canturreaba Merlín con la
mirada llena de luz.
-¿Qué ha pasado? -, le pregunté al borde
del colapso.
-El diario dice que el niño que estaba
el día que lo apresaron no era Alex, fue otro niño el que escribió el epitafio,
supongo que un reflejo mío debió estar en esa época y antes de perecer en la
hoguera como Bill, le pidió a ese niño que escribiera el epitafio.
-Entonces ¿qué fue de Alex?-, pregunto
Roxanne.
-No lo sé, según el diario desapareció
un 20 de junio como hoy, pero de aquella época.
-Tranquila mi amor, no será difícil
encontrarle, bastará con regresar al instante que le dejamos durmiendo y
traerle hasta aquí.
-Puede no ser tan fácil, ¿y si se
hubiese vinculado a un nuevo y trágico destino? -, sollozaba Roxanne en un mar
de dudas.
-Sea el vínculo que fuese, no sería
peor que el vínculo en el que se hallaba hasta hoy -, dijo Merlín tratando de
calmar a Roxanne.
-Debemos partir de inmediato hasta ese
instante y rescatarlo, no me perdonaría jamás volver a perderlo -, culminé al
borde de la desesperación.
En ese instante sonaron unos golpes en
la puerta, teníamos un timbre, pero en aquel pueblo no los usaba nadie.
Al abrir la puerta nos encontramos con
Samuel, uno de los monjes del templo, estaba completamente empapado y hacía
ademanes de mostrar algo que tenía tras de sí.
Dio un giro brusco y atrapó lo que
tras de si se escondía, tiró hacia delante y nos lo mostró...
-¡Alex! -. Gritamos todos.
Roxanne se lanzó hacia él abrazándole,
casi derriba al monje a su paso. Un instante después Merlín y yo nos sumamos al
abrazo, y esta vez si que rodó por el suelo el monje...
Sin dejar de abrazar al niño, nos
disculpamos con el monje, que desde el santo suelo a donde fue a parar dijo:
-Ya veo que le conocen.
Alargué la mano y le ayudé a
levantarse y le dije:
-Estamos todos empapados, si ha de
darnos explicaciones como supongo, lo mejor será que lo haga junto al calor de
nuestra chimenea.
-Este niño llamó a las puertas del
templo, estaba muy asustado y preguntaba por vosotros, tenía tanto miedo que
decidí acercarme a veros a pesar de lo mucho que está lloviendo, pero al llegar
aquí se escondió tras de mí, como si temiese una reprimenda.
-No tienes nada que temer mi niño -,
le decía Roxanne mientras lo abrazaba amorosamente.
-Yo debo regresar al templo, mis
hermanos me esperan.
-Hágalo, pero llévese este abrigo, el
suyo está empapado, lo secaremos y mañana se lo llevaremos al templo.
-De acuerdo, ya me contarán
tranquilamente la historia de este pequeñín -, dijo el monje antes de
despedirse y adentrarse de nuevo en aquel diluvio.
-Será mejor que nos pongamos ropa
seca, después lo aclararemos todo durante la cena.
Capítulo 22 La travesura
Alex pasó el día entero preguntando
por Merlín, nuestro amigo caló muy hondo en el corazón del pequeño y saberlo
herido le llenaba de congoja.
El día transcurrió en un instante,
como todos los días que pasábamos con el pequeñín, nuevamente nos despedimos de
él y como todas y cada una de las veces que le dejamos allí, la tristeza nos
embargaba, Roxanne no paraba de llorar.
Pero en aquel día ocurrió algo, algo
muy distinto...
Alex era un niño de poco más de ocho
años, con toda la inquietud e ignorancia que ello supone, una ignorancia que
siempre antepone la curiosidad al miedo.
Roxanne y yo le habíamos dejado
dormido, eso es lo que habíamos pensado...
Alex fingía el sueño en esta ocasión,
apenas cerramos la puerta Roxanne y yo, él saltó de la cama y se vistió, él nos
había visto desde su ventana partir en varias ocasiones, sabía que íbamos
andando, que no montábamos a caballo ni a la ida ni a la vuelta.
Como el niño que era decidió
curiosear, nos siguió hasta la gruta y nos oyó la conversación previa al salto:
-Hoy noté muy inquieto a Merlín -, comentó Roxanne cuando ya estaba interpuesta entre los dos reflejos.
-Hoy noté muy inquieto a Merlín -, comentó Roxanne cuando ya estaba interpuesta entre los dos reflejos.
-Es cierto, saltaremos un poco antes
¿Que tal a las 17:00 en lugar de a las 19:00 horas?
-De acuerdo entonces... ¿Las 17:00
horas del día 20 de Junio del 2009?
-Sí. Yo saltaré 5 minutos después a
las 17:05 del 20 de junio de 2009.
Entonces Roxanne pronunció su poema:
Tirarlo por
la ventana
En galo es
defenestrar,
Te puedes
desahogar
De forma
tranquila y sana.
Lucera es
ente que emana
Sentir,
querer o pesar,
Bendice este
afín lugar
Que a par une
y hermana.
Lumbrera es
la poesía.
Abriéndola el
mal cesa,
Es lírica es
alma mía,
El lazo que dulce
apresa,
Amor que de
mi surgía,
La más sincera promesa.
Cuando Roxanne
desapareció, Alex debió pensar que eran algo así como unas palabras mágicas.
Después me
situé yo en el portal y el niño supo a ciencia cierta que era desde allí donde
partíamos.
Entonces
recité mi poema:
Añorando en modo necio
Te recreas en saudades
Son recuerdos y pesares
Que reposan como pecio.
En el fondo son de aprecio,
Mas no avanzas tus andares.
Lidia hoy tus avatares,
Pues vendrá el futuro recio.
Abandona los recuerdos
Devorando cada instante
Sólo cúmplanse los sueños
Avanzando hacia adelante,
Si te sumas a los cuerdos
Sea en gracia Dios mediante.
En cuanto yo
salté, Alex se situó frente a la losa, no sabía muy bien lo que hacía, tan sólo
el instante hacia donde nos dirigíamos, y que debía llegar más tarde para
seguirnos.
El camino de
regreso al templo lo conocía así que pensó que una hora más tarde estaría bien,
pensaba llegar a las 18:00, sí. Eso es una hora más tarde, había visto a Bill
escribir las horas en su diario.
Bill era muy
bueno, pero quería estar con sus amigos, lo malo es que no sabía que recitar,
recordó algo que le contó Bill una vez que le vio jugando con las habas secas,
haciendo un collar:
Como la niña
inocente
Ensarta el
alimento.
Haciendo su
collar inconsciente.
Hilar gotas
es vano intento,
Pues pasado
el presente,
Tan solo será un lamento,
Que si bien
lamente,
Su instinto
dejó contento.
Reapareció en el siglo XXI, tras
recuperarse del susto de ver como se desvirtuaba, pensó que no era tan diferente
lo que había ahora ante sus ojos.
Cuando salió al exterior, lo primero
que vio es que llovía a mares pensó que de camino al pueblo se pondría como una
sopa, pero no fue eso lo que le preocupó al llegar allí.
Cuando llegó allí pensó que se había
equivocado, al darse cuenta de que todo era muy diferente, demasiado diferente,
y tuvo miedo, mucho miedo.
Llegamos a la casa completamente
empapados por el diluvio que caía fuera y
al llegar Merlín no estaba, en su lugar estaba una enfermera enojadísima
que decía muy airada:
-Si mis servicios no se precisan,
díganmelo, no se anden con rodeos o me den sustos como el de hoy, porque yo no
entiendo donde se ha metido este señor, se marchó de repente.
-Nadie a dicho que no la necesitemos,
ni tan siquiera lo hemos insinuado, el por qué ha desaparecido el señor, no lo
sabemos ni siquiera nosotros mismos, lo mejor será preguntárselo cuando
regrese. ¿No cree usted? -, le dije intentando calmarla.
En ese instante apareció Merlín y el
rostro de la enfermera se desencajó:
-¡Usted! -. Gritó a viva voz la
enfermera.
-Sí. Estoy empapado pero soy yo. ¿Qué
pasa? -. Replicó Merlín a lo suyo.
-Ya no lo soporto más, me voy -,
soltó ya harta la enfermera.
-¡Aleluya! -, casi cantó Merlín.
-Pero Merlín... -, le reproché.
-Que se vaya, no la necesito, además
tengo grandes noticias.
-¿Si? ¿De qué se trata? -, preguntó Roxanne
que intuía que la noticia era referente a Alex, tras el juramento que el mago
nos hiciera.
jueves, 2 de febrero de 2012
Capítulo 21 Nuestro querido Alex
Llegados a Tintagel y
con la gruta tan cerca y sin más que hacer que aguardar pacientemente la
recuperación de Merlín, aprovechamos para visitar a Alex.
Fuimos en busca de
aquel bloque suelto en el muro del templo, tras él había varias piedras con otras tantas fechas con sus correspondientes horas; no era de extrañar que se
amontonasen varias citas con Alex, a menos que acudiésemos a la primera, era lógico que el niño
insistiese.
Buscamos entre todas
las piedras la que tuviese la inscripción más antigua, más adelante descubrimos
que las piedras marcadas en insistencia desaparecían, lo cual era muy lógico
por otra parte.
Cuando Alex me vio
junto a Roxanne, dio un grito de alegría y corrió a mis brazos, las lágrimas
corrían por mis mejillas y la emoción me hizo un nudo en la garganta.
Los tres llorábamos
de alegría, Roxanne y yo nos lo comíamos a besos y él comenzaba a reír sin
cesar, con aquella risa tan cantarina, la risa de la inocencia, la risa de los
niños.
Jugamos con él
durante horas, él nos enseñó su pequeño mundo; la cabra, las gallinas, una gran
cerda con su camada de lechones, el caballo que tenían para los quehaceres y su
perro, su amado perro, del que nunca se separaba.
Veía a las gentes del
lugar. Las sonreía con su tierna sonrisa y era muy apreciado por todo el mundo,
siempre ayudando a todo el mundo, era el mismo Alex que conocimos en Berna, el
mismo que se prestó a socorrernos sin conocernos de nada, el mismo que cruzó
con nosotros Europa.
-¿Por qué no a venido
con vosotros Merlín? -, preguntó Alex.
-Unos malvados le atraparon y le maltrataron - le contestó Roxanne.
-Unos malvados le atraparon y le maltrataron - le contestó Roxanne.
-¿Los mismos que nos
persiguieron hasta llegar a Inglaterra? -, volvió a preguntar el pequeño.
-No eran los mismos,
pero la persona que los envió sí que lo era -, en ese momento, contesté yo.
-Sí, la misma que
envió aquel barco que hundimos y que la derrotaremos una y otra vez y todas y
cada una de las veces que nos ataque. -, le contestó Roxanne infundiéndole
valor.
-Me da mucho miedo esa
mujer, es muy mala -, dijo el niño.
-Nada has de temer,
aquí estás seguro con Bill -, no lo dije muy convencido, en realidad con
nosotros y con los hombres de Piotor y los de Don Pasquale, hubiese estado
mucho más seguro.
-¿Le hicieron mucho
daño a Merlín? -, preguntó Alex muy preocupado.
-Sí, pero no te
preocupes, es muy fuerte y ya se está recuperando, pronto le verás.
Los días con Alex
eran tan cortos... Las horas se hacían segundos. ¿Por qué no podía estar con
nosotros? Una y otra vez nos hacíamos la misma pregunta, para acabar
respondiéndonos la misma respuesta. Alex estaba vinculado a ese tiempo y su
marcha sería fatal para el transcurso de los acontecimientos.
Tan sólo
permaneciendo Alex con Bill, podría escribir el epitafio que le avisó, pero por
otra parte, había algo que no me encajaba.
Nosotros avisamos a
Merlín, fuimos nosotros y no el epitafio, pero nosotros... ¿cómo pudimos
saberlo?
Merlín lo sabía y fue
quien nos llevó, estaba claro que él lo había vivido, pero ¿qué lo había
provocado?
Ese bucle tenía que
haberse generado de un modo que se escapaba a mi comprensión; era para
volverse loco.
Lo más factible era
el epitafio, sin él probablemente el bucle se destruiría y con él, Merlín.
Demasiadas dudas
navegaban en mi mente, decidí pasar el día lo mejor posible en compañía de Alex
y Roxanne y al día siguiente cuando regresásemos a comprobar el estado de
Merlín, lo consultaría con él.
Hacíamos compañía al
niño hasta que se dormía, después íbamos a la gruta y regresábamos con Merlín,
al día siguiente examinábamos las piedras y por supuesto el niño había marcado
una piedra para vernos uno tras otro, todos los días, él ansiaba tanto vernos,
como nosotros a él.
Aquel día decidí
intercambiar impresiones al respecto con Merlín, antes de ir a visitar a Alex,
aquellos pensamientos que tuve en su compañía, no me dejaban de inquietar,
había algo que escapaba a mi comprensión.
Merlín había mejorado
muchísimo, poco a poco despacio, había comenzado a pasear por la casa, pero los
médicos le habían advertido sobre las fracturas de sus costillas, necesitaba
reposo.
Ese día como muchos
otros, durante su convalecencia, le llevamos el desayuno a su cuarto y fue allí
cuando comencé a revelarle mi inquietud.
-Hay algo que no
entiendo, Merlín -, le pregunté.
-Son muchas las cosas
a las que no alcanza nuestra comprensión, pero si hay alguna sobre la que yo
pueda arrojarte luz, no dudes que lo haré.
-Lo sé amigo mío y
por eso te pregunto: ¿Por qué tú y yo hemos escapado del vínculo del destino y
Alex no puede hacerlo?
-Eso es complejo, muy
complejo, como ya te dije ni yo mismo sé cómo lo hice, ¿sabes tú como
escapaste?
-No, pero tiene que
haber algún modo.
-Tenemos que buscar
la forma de que esté con nosotros, no te imaginas el tormento que supone
apartarnos de él todas las noches. -, dijo al borde del llanto Roxanne.
-Sí que lo sé. ¿Acaso
creéis que no desearía ir con vosotros a verle? Será lo primero que haga en
cuanto pueda llegar hasta la gruta.
-Sé lo mucho que le
quieres también, los dos lo sabemos de sobra, perdónanos. -, me disculpé con
Merlín.
-No es necesario que
os excuséis, mi alma se rompe de dolor, se quebró el día que me separé de él,
ya sangraba día a día a medida que se acercaba el día de partir, puesto que yo
desde un principio conocía la verdad.
-Sí. De verdad que lo
siento, tienes razón Merlín, somos injustos contigo. -, se lamentó Roxanne.
-El destino es lo
realmente injusto, pero os prometo que ahora que puedo moverme por la casa,
comenzaré a investigar y si hay algún modo lo encontraré. Os lo juro.
Nosotros nos fuimos a ver a nuestro amado Alex y Merlín se quedó en compañía de la enfermera que le asistía, era una mujer que pasaba de los cincuenta, más parecía un ama de llaves que una enfermera, no sólo por los servicios que nos prestaba, los cuales eran pero que muy de agradecer, su apariencia seca y distante, eran clásica estampa de estos personajes.
Nosotros nos fuimos a ver a nuestro amado Alex y Merlín se quedó en compañía de la enfermera que le asistía, era una mujer que pasaba de los cincuenta, más parecía un ama de llaves que una enfermera, no sólo por los servicios que nos prestaba, los cuales eran pero que muy de agradecer, su apariencia seca y distante, eran clásica estampa de estos personajes.
-Hoy tampoco ha
venido Merlín -, comentaba muy triste Alex.
-El también quedó muy
triste, está desando ver a su pequeñín -, traté de paliar su tristeza.
-Estoy muy preocupado
por él, debe estar muy malito para no poder venir -, decía el infante.
-Sí, estaba muy
herido, pero ya falta poco para que venga, ya está mucho mejor -. Volvió a
calmarle Roxanne.
Por su parte Merlín
había comenzado su investigación desde un PC que habíamos instalado en le sala
de estar, a través de él entró en los archivos del templo y comenzó a
investigar, pero había datos que no se hallaban informatizados, como era de
esperar los datos de tantos siglos atrás, tan solo se los había constatado de
modo somero, lanzó un suspiro al comprender que tendría que personarse en los
archivos de dicho templo.
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