martes, 13 de diciembre de 2011

Capítulo 3 En el pueblo

Nos levantamos temprano, muy temprano, apenas había amanecido. Bajamos al salón, durante la cena apenas me fijé en él, supongo que aunque en menor medida que Roxane, yo también me hallaba cansado. Era una sala grande, bien iluminada por plafones fluorescentes, tanto el mobiliario como los enseres desentonaban con la antigüedad del edificio, Todo era moderno a excepción de las paredes, que mostraban la piedro donde no se había remozado con vetustos encalados, tanto me extrañó que no pude por menos que preguntarle a Samuel:
-¿Este mobiliario no desentona con la arquitectura?
-Dices bien amigo mío, pero debes tener en cuenta nuestro voto de austeridad, el antiguo mobiliario no podíamos restaurarlo, de modo que lo entregamos a diferentes museos, los muebles que aquí ves son fruto de donaciones de colegios y diferentes entidades que fueron muy generosas con nosotros.
Tras el desayuno Merlín nos llevó a un pequeño camposanto cercano al templo.

Pertenecía a la congregación del templo, los habitantes del pueblo tenían el cementerio habitual de cualquier población, con su propio equipo de mantenedores y empleados municipales.
Éste no estaba tan cuidado como el municipal, algunas cruces estaban caídas, la maleza estaba retirada de las tumbas, pero en derredor crecía a sus anchas, había una pequeña caseta seguramente destinada a los aperos, junto a ella tres inmensos cipreses se elevaban como testigos del paso de los siglos, desprendían el olor que tanto caracteriza a los necrocomios.
Merlín se dirigió directamente a una tumba que conocía perfectamente. Quedé congelado al leer la lápida:
Reverendo William Green Field
1428-1489
Pobre de ti hermano mío,
El mal en ti se fijó.
Siendo tan cristiano y pío,
Sin piedad se te quemó
Ni Merlín salvarte pudo.
Hubiéranle quemado,
Y no te hubiera salvado.
Lo sé bien y No lo dudo.

-¡Por Dios santo! ¡Es la tumba de Bill! (Grité horrorizado)
-Sí. Por eso elegí esta fecha. Mi otro yo está a punto de llegar y sois vosotros quien le contaréis la verdad ante mi presencia, yo no puedo.
Merlín se cubrió con la capucha de su hábito y entre las tumbas apareció una figura, era el otro Merlín.
Caminaba errático, como buscando, se mesó la barba y se dirigió hacia nosotros, al llegar a la tumba se arrodillo, acarició el epitafio, suspiro y una lagrima recorrió su mejilla derecha, alzó la mirada observándonos extrañado al vernos ante la tumba de su amigo, finalmente se dirigió a nosotros:
-Esta tumba es muy antigua ¿Tienen ustedes alguna relación con este reverendo?
Nuestro Merlín se quitó la capucha y su otro yo se quedó boquiabierto. Entonces se lo conté:
-Sé que no me conoces, pero me conocerás. Soy Víctor y ella es Roxane, como ya sabes él eres tú en otro espacio temporal.
-Sé quién es él y no dudo quien eres tú puesto que él lo negaría si no fuese cierto, además; de quien mejor me podría fiar que de mí mismo.
-Yo soy Roxane y también me conoceréis en breve, si vuestro otro ser no os habla es porque se halla demasiado traspuesto.
Tras presentarnos, nuevamente me dirigí a él:
-Os halláis en un peligro mortal y por eso nos hallamos aquí para avisarte. Como puedes leer en el epitafio que escribiera el joven Alex al que también conocerás en breve, si marchas en ayuda de Bill morirás, nosotros estamos aquí cumpliendo un ciclo que ahora queda cerrado.
Siempre era alucinante ver a dos seres iguales de dos estadios temporales, si se tocaban se fundían en uno, eso era algo que no nos convenía en absoluto, el otro merlín debía acudir a la época de Leonardo para conocernos.
Aquel Merlín se marchó muy apesadumbrado sabiéndose impotente para salvar a su amigo, la misma impotencia nos invadía a nosotros, impotencia y dolor, sabiendo el final que tuvo nuestro querido amigo.
Nos hallábamos en la sala informática que tenía aquel enorme caserón, ésta se hallaba junto a la biblioteca cómo parte de ella, mientras observaba los equipos Merlín comenzó a decir:


-Aquí aprendí todo lo que sé y aquí aprenderás todo lo que necesitas Roxane.
-Yo tengo que partir a España, Tengo que zanjar mi divorcio.
-Lo entiendo, quedaré aquí con Merlín. El será mi maestro.
-Me encantaría ser tu maestro amor mío, pero no podré concentrarme en nada hasta zanjar mi pasado.
-Sí, ese episodio de tu vida es mejor que lo resuelvas sólo, pero sabes que puedes llamarnos aquí usando el teléfono, eso no lo sabía Roxane ¿a que no lo sabías? -, dijo Merlín casi gracioso.
-¿Teléfono? ¿Eso qué es?
-Amor mío ¿Ves este curioso aparato de la mesa?
-Sí.
-Coges esta pieza que tiene encima y te acercas esta parte al oído y le hablas a esta otra.
-Pero... ¿cómo sé que estás tú escuchando?
-Yo estaré en otro como este hablándote a ti.
-Y... ¿Cómo haré cuando quiera hablar contigo?
-Solo tendrás que marcar un número en este teclado.
-Es muy complicado... no sé si podré.
-No te preocupes, Merlín te ayudará.
-Creo que voy a necesitar mucha ayuda.



-Por cierto mi amor... casi lo olvido, podemos vernos a través de aquella ventana de la que te hablé, podemos hacer video-conferencia.
-¿Video qué? -, preguntó Roxane.
-Yo de eso sí que no estoy bien enterado. -, repuso Merlín.
-Yo provengo del año 2009 pero si no recuerdo mal, en el 2000 ya se podía usar, aunque por lo general era bastante lenta y fallaba, quizá por eso la desconoces amigo mío.
-Lo desconozco, pero me encantaría que me enseñases antes de partir.
Tranquilamente mientras tomábamos un café, les fui explicando los pormenores de la mensajería instantánea y la videoconferencia, la conexión era de apenas 0.5Mb todo un hito en el año 2000.
Tras terminar de enseñarles me hice una pregunta... ¿cómo demonios me iba a comunicar con ellos si me dirigía al año 2009?
Finalmente me puse a reír y cuando tomé aliento Roxane me preguntó:
-¿De qué te ríes?
-Yo no voy a desplazarme a España en este año, lo haré en el 2009.
-¿Entonces estos aparatos no nos servirán para comunicarnos?
-En absoluto. -, le contesté risueño.
-No lo entiendo cómo puedes estar tan feliz sabiendo que nos separamos y no nos comunicaremos.
-Amor mío, acaso tú no has estado todo un día con Alex, para nosotros pasaron dos minutos.
-Es verdad. Qué estúpida soy, ja, ja, ja.
-Volveré en unos instantes y seré tu maestro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario