Amaramos en la
bahía de Kvarner con las primeras luces del alba, el puerto apenas tenía
actividad, las luces que lo iluminaron durante las penumbras de la noche,
comenzaban a apagarse poco a poco como luciérnagas agónicas.
Un pequeño
remolcador se aproximó al hidro y nuestro piloto comentó de modo jovial:
-Иванович,
всегда вовремя (Ivanovic, siempre puntual)
Efectivamente
la organización de Piotor era precisa como un reloj, cargamos nuestro equipaje
y el espejo y nos dirigimos al puerto de Rijeka.
-Os presento a Ivanovic, el gracioso de
nuestro grupo -, dijo inusualmente desenfadado Piotor.
-¿Sabíais que
en esta ciudad se inventó el torpedo? -, añadió Ivanovic en un intento de amenizar
nuestra llegada.
-Ivanovic,
siempre dices lo mismo, sabes que lo sé de sobras. -, repuso Piotor, casi burlón,
sin enojo en absoluto.
-Ya sé que tú
lo sabes ¿Pero ellos? ¿eh?
-Yo no lo
sabía. -, le contesté.
-¿Que es un torpedo? -,preguntó Roxane.
-La tecnología
bélica es algo que desgraciadamente ha avanzado muchísimo, un torpedo es una
bala de cañón con un motor incorporado en su interior, que le lleva
inexorablemente al buque que ha de hundir, golpeándole directamente bajo su
línea de flotación. -, le informó Merlín.
-¿Bajo su
línea de flotación? -, preguntó de nuevo Roxane extrañada.
-Tiene forma
de tubo con la punta roma y atrás lleva una hélice que lo propulsa, moviéndose
ligeramente sumergido, escasamente un metro bajo el agua. -, añadí yo.
-Dios mío, qué
crueldad, han debido hundir muchas naves desde que se inventó. -,culminó horrorizada Roxane.
-Ni te lo
imaginas. -, apuntó Piotor.
Ivanovic
miraba extrañado a Roxane, había algo que no entendía de ella, pero se lo calló
para no ofender a los amigos de su hermano de armas. Ajeno a lo que le
extrañaba continuó su relato.
-Esta ciudad
es la capital del condado de Primorje-Gorski Kotar y tiene uno de los más
importantes teatros de Croacia.
-Me encanta el
teatro ¿me llevarás amor mío? -, me preguntó ilusionada Roxane.
-No será al de
Rijeka, me temo -, aguó la fiesta Piotor.
-OOOOh .- Se
lamentó Roxane.
-¿Por qué no? -, repuse yo.
-Realmente el
tiempo es lo que nos sobra. -. Añadió Merlín.
-La
organización está sujeta a unos horarios -,
intentó explicarse Piotor.
-¿Acaso no
ibais a descansar en Triesde? A mí no me importa llevaros mañana o pasado,
podéis descansar aquí. -, ofreció complaciente Ivanovic.
-Está bien,
tienes razón Ivanovic, a partir de Triesde el horario es cosa nuestra, si a ti
no te importa la espera, disfrutaremos de esta ciudad. -, finalmente Piotor
cedió a su anterior firmeza.
-Habéis
viajado todo la noche, os llevaré al hotel Milenij que es de mi confianza, en
él podréis descansar si queréis todo el
día, podréis asearos y disfrutar de la gastronomía local, por la tarde os
enseñaré la ciudad y podremos ir al teatro.
Ivanovic era
un gran anfitrión, con Piotor me sentía igual que con Merlín cuando cruzamos
Europa en el siglo XV, sus amigos se volcaban con nosotros.
Piotor
arreglaba cuentas con el encargado del hotel, siempre apoyado por Ivanovic,
Merlín los miraba curioso y Roxane y yo entramos en la tienda de Suvenires que
había en la recepción.
-¡Mira amor
mío! -, exclamó Roxane.
Roxane estaba
fascinada, teníamos ante nosotros un maniquí vestido como una zíngara.
-¿Te acuerdas?
-¿Cómo
olvidarlo? Estabas tan hermosa...
Ivanovic se
nos acercó y nos dijo:
-Hermoso
vestido, pero no es muy acertado para ir al teatro, ya he dado instrucciones al
gerente para que os envíe a los profesionales cualificados para confeccionar la
indumentaria acorde para tal evento.
Roxane y yo le
miramos un tanto extrañados. Piotor se nos acercó en ese instante portando las
llaves, nos las dio y subimos a la habitación.
¿Habitación?
Era una suite de lujo, digna de un hotel de cinco estrellas. Nos estábamos
acomodando cuando llamaron a la puerta:
-Buenos días,
veníamos a tomarles medidas.
-¿Medidas? -, pregunté asombrado.
-Para los
trajes de los señores.
-De acuerdo,
pasen.
Roxane se
ocultó tras un biombo mientras la modista le tomaba las medidas, a mí también
me ocultó tras otro el sastre, era una situación muy cómica hablarnos tras de
aquellos parapetos.
Ya terminada
su labor, los profesionales se marcharon quedando al fin solos.
Nos abrazamos,
nos besamos, tropezando con todo por la habitación, el beso era tan intenso que
no habríamos los ojos y tropezábamos sin cesar, hasta que tropezamos con la
cama y caímos en ella, comenzamos a acariciarnos y...
Horas después
sonó el teléfono, nos habíamos quedado dormidos, el viaje en plena noche
resultó agotador.
-Lo siento mi
amor, no pude evitar dormirme en cuanto me relajé.
-Tranquila
querida, yo me dormí un segundo después.
-¿Quién estará
llamando?
-Sí... sí...
de acuerdo... ahora bajamos.
-¿Quién era,
querido?
-Era Ivanovic,
nos esperan en el salón principal para comer.
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