El
taxi nos llevó por la autostrada Napolí-Salerno, seguimos hasta Herculano y
se volvió a Nápoles, con la promesa de regresar en dos horas para trasladarnos a
Pompeya. No teníamos por qué dudar del compromiso; esta era una de las formas
que ofrecía el hotel en sus excursiones guiadas.
Dos
horas nos parecieron poco tiempo para ver esta maravillosa ciudad: Herculano; hay que tener en
cuenta que ésta era más lujosa que Pompeya aunque su tamaño fuera
menor.
Era
curioso que allá donde antaño residieran las familias más ricas de Roma, hoy
por hoy residían las familias más pobres de Nápoles, puesto que allí se situaba
en la actualidad uno de sus suburbios.
Al
finalizar la visita no fue el mismo taxista el que nos recogiera, pero el
compromiso se cumplió con respecto al horario.
Pompeya
al igual que Herculano nos fascinó, hasta Merlín se quedó boquiabierto, nos
dijo que era como regresar a su aldea en el siglo V, que estaba evocando su
niñez.
Realmente
uno se trasladaba en el tiempo, aquella erupción del 24 de agosto del año 79
congeló completamente el instante hasta nuestros días.
Nos
reímos pícaramente ante los frescos de carácter erótico, los mismos que
probablemente provocaron que Fontana volviera a enterrar el hallazgo, el
grotesco fresco representando a Príapo pesando en una balanza su enorme miembro
viril, hizo esbozar una sonrisa incluso al taciturno Merlín,
así como los grabados del lupanar, alguno me lo señaló Roxane insinuante.
así como los grabados del lupanar, alguno me lo señaló Roxane insinuante.
Merlín
apenas hallaba aliento para ascender la calle hacia la Puerta Marina, su pronunciado desnivel hacía comprensible el escaso tránsito que tenía en aquella época. La misma en la que se
denominaba dicha puerta “La Puerta de Neptuno”.
La visita a Pompeya no estaba tan sujeta a horario y pudimos verla más en profundidad; eso sí, regresamos muy tarde al hotel.
El
letrado había dejado recado en la recepción del hotel. Las pruebas mostraban el
parentesco con Doménico Atienza, quien dicho sea de paso ya hacía años había sido
exhumado para tomar las muestras por un litigio similar en el que alguien
aseguró ser heredero de aquella fortuna, lo cual era lógicamente imposible,
puesto que no hubo descendencia ninguna después de él (forzosamente Roxane
debía ser la única heredera).
Decidimos
subir a nuestras habitaciones, asearnos y bajar a comer. Después con toda
tranquilidad acudiríamos al despacho del abogado.
Merlín
llegó a la recepción y se acercó a preguntar al conserje por si nosotros
habíamos bajado ya, cosa poco probable. Se encontró frente al mostrador, de
espaldas a él, a una mujer muy bella, ricamente vestida, con el cabello largo y
negro y un perfume que le resultaba familiar, se acercó a ella y le dijo:
-Disculpe, señorita. ¿Ha visto al conserje?
-Disculpe, señorita. ¿Ha visto al conserje?
Ésta
se volvió y... Merlín se quedó helado, no fue su belleza, ojos grandes, verdes
y felinos... Tampoco la Pequeña Beretta con la que le encañonaba...
Lo
que le impresionó fue encontrarse cara a cara con Lorena, más conocida como
Morgana:
-Hola
amor mío. ¿Cuánto tiempo?
-No demasiado - le respondió Merlín.
-¿Esas son maneras de recibir a tu gran amor?
-Apuntar
con un cañón tampoco es modo de buscar a un ser querido y darle la bienvenida a modo de sorpresa para romper el hielo...
-Veo
que aún te queda sentido del humor, querido, y te será útil, pues te seguirá haciendo falta.
Repentinamente una mujer entró en el vestíbulo, con tanto ímpetu que sobresaltó a los
allí presentes, que ya de por sí estaban en extrema tensión.
Un
individuo que a todas luces era secuaz de Lorena, sacó un enorme revólver y
disparó a la mujer, alcanzándola el proyectil en una pierna.
El
conserje al oír el disparo, salió del cuarto donde se encontraba, asomando tras
el mostrador y sorprendiendo a Lorena, que al oírle se giró y le disparó, hiriéndole en el
hombro.
-¡Piero!
¡Eres un estúpido! Ya no queda tiempo para nada, ¡Vámonos! Muévete Merlín y si
haces la más mínima tontería te dejo seco - amenazó Lorena.
A
penas había salido Roxane del baño y yo me acerqué a la cómoda para recoger las
llaves, cuando sonaron los disparos, salimos corriendo hacía el vestíbulo. Al
bajar las escaleras los disparos cesaron y un instante después se oyó un gemir
de neumáticos por la premura a la que partía aquel vehículo.
Llegados
al vestíbulo se oían gritos de una mujer histérica, no era para menos, uno de
los disparos le había alcanzado en una pierna.
Nos
acercamos al mostrador y tras de él el conserje era socorrido por un botones
tras haber recibido un disparo en el hombro.
Le
pregunté y sólo alcanzó a decirme que una bellísima mujer, la misma que le
disparó, se había llevado a punta de pistola a nuestro amigo.
-¡Rápido, Roxane, tenemos que marcharnos o nosotros seremos los próximos! -, exclamé a mi
amada.
-¿Pero
a dónde van?, ¡han de explicarle muchas cosas a la policía! -,gritaba el
conserje tras de nosotros.
Cogimos
un taxi a la carrera y le dijimos que se dirigiera al aeropuerto a toda prisa,
el taxista ajeno a nuestro apuro, se hizo el gracioso y dijo:
-Como
en las películas.
-Sí,
eso es, pero no corra demasiado no le vaya a parar la policía -, añadí aún más
preocupado.
-No
se preocupe señor, soy un profesional.
Ciertamente
lo era, nos puso a la puerta del aeropuerto en un instante, por ello le di una
suculenta propina.
-Debemos
tomar el primer vuelo que salga antes de que la policía comience a cribar el
aeropuerto por el aviso del conserje -, puntualizó Roxane.
-¿Cuál
es el próximo vuelo en salir señorita? -, pregunté apremiante.
-Hay
un vuelo a Milán, pero no da tiempo a consignar el equipaje, sale en unos
instantes.
-Rápido,
deme dos billetes, no tenemos nada que facturar.
Un capítulo excelente, con mucho sentido del humor y acción.
ResponderEliminarMejoras con el tiempo, señor escritor.
Beni, me encanta tu novela. Ya tus personajes forman parte de mi familia y trajinan por mi casa. =)
Abrazo de oso.
Carol.