viernes, 20 de enero de 2012

Capítulo 17 La última cena




Nada más pisar suelo milanés, nos dirigimos a un cibercafé; teníamos que comunicarnos con Piotor: necesitábamos más que nunca sus contactos.
Siempre contactaba con él a través de un portal soviético de absoluta confidencialidad, lo abrí y encontré un mensaje:
<<Los amantes están reunidos en el nido, esperando el viaje de la luna de miel.>>
Eso quería decir sin lugar a dudas, que habían cumplido su misión y esperaban instrucciones.


Les escribí como respuesta:
<<El mago está atrapado por la bruja, los príncipes esperan ayuda en la última cena.>>
Al leer este mensaje, Piotor sabría que estábamos en apuros y que esperábamos ayuda en Milán, puesto que la sagrada cena es uno de sus pinturas favoritas y sabe perfectamente que se halla en la iglesia Santa María delle grazzie en Milán.

-Muy ingenioso mi amor, pero ¿cómo nos encontrará en una ciudad tan grande?
-Él nos dará un contacto en Milán, ahora buscamos un hotel y más tarde comprobaremos si nos ha contestado.
Nos alojamos en el hotel “Palazzo delle stelline” que fue del encanto de Roxane, puesto que se hallaba en un convento del siglo XV.

Lo elegí por su proximidad a la iglesia de Santa María delle grazzie, algo me hacía pensar que Piotor nos citaría cerca de la gran obra de Leonardo.
No me equivoqué, el mensaje que nos dejó fue el siguiente:
<<Será como siempre pero a la última cena se suma el paladín más... Esta tarde no lloverá, no hay nubes en el horizonte.>>
-¿Qué quiere decir eso mi amor? -. Me preguntó perpleja Roxane.
-Siempre nos reunimos a las once de la mañana, a menos que indiquemos lo contrario, pero él no llegará a tiempo, por eso manda un “paladín”; lo de la lluvia es el santo y seña.
-Pero..., ¿dónde nos reuniremos?
-Evidentemente frente al fresco, por eso busqué alojamiento tan cerca del mismo.
Aquella noche descansamos como pudimos, no podíamos quitarnos de la cabeza la situación en la que se hallaba Merlín.
De repente le vi como yo me viera: atado, mientras un enorme matón le golpeaba sin piedad. Me desperté sobresaltado, con la respiración tan agitada que mi garganta ardía y el corazón no cabía en mi pecho, su pulso batía mis sienes.


-Tranquilo mi amor, estás empapado en sudor.
Roxane estaba a mi lado tratando de sosegarme.
-Vida mía, he visto como lo torturaban.
-Yo no puedo dormir, tú has empezado a agitarte y me he asustado tanto...
-Lo siento mi amor, fue una pesadilla, no pude evitarlo.
-Lo sé, no es culpa tuya, abrázame.
En los brazos de Roxane, hallé la calma, en realidad la hallamos los dos, por fin conseguimos dormirnos, pero despertamos completamente deshechos.
Eran las once de la mañana y nos hallábamos frente al fresco, muchos son los misterios que se le otorgan y no es para menos, es una obra espléndida, de las grandes que realizase nuestro amigo el gran genio Leonardo.

Un hombre se nos acercó y me dijo:
-Esta tarde no lloverá.
-No hay nubes en el horizonte -, le contesté yo.
-Síganme, les llevaré con Piotor.
Le acompañamos y subimos con él en un lujoso Mercedes Benz, salimos de la gran urbe hasta una finca en el campo.
Atravesamos una enorme verja que abrió un hombre armado con un subfusil UZI y al ver nuestra cara de preocupación el hombre nos dijo:

-No se inquieten, él, al igual que yo, trabaja para don Pasquale.  Por cierto,... aun no me he presentado, me llamo Luigi, ustedes deben ser Víctor y Roxane, ¿no es eso?
-Sí, pero ¿Qué relación tiene don Pasquale con Piotor? -, contesté muy intrigado a Luigi.
-Eso es lo de menos, Piotor es un gran colaborador nuestro, don Pasquale le tiene en gran estima y no dudó en ayudar a sus amigos, es por eso que ustedes están ahora en su villa, completamente a salvo.
-¿Cuándo veremos a Piotor? -. Preguntó Roxane.
-Pronto, muy pronto, don Pasquale me envió a mí porque sabía que su amigo no llegaría a tiempo, sus instrucciones fueron que los pusiéramos a salvo y don Pasquale se ha ofrecido encantado.
El vehículo se detuvo frente a un suntuoso palacio, los sirvientes corrieron a recibirnos y nos acompañaron al clásico recibidor, con un techo altísimo, una lámpara tipo araña de cristal y en frente de la puerta, unas escaleras que daban acceso a los aposentos y a los despachos.

Siempre detrás de Luigi que  nos iba guiando, nos llevó hasta el despacho de don Pasquale, la puerta estaba abierta y éste se encontraba sentado en su sillón atendiendo a un sujeto que en ese instante nos daba la espalda y cuando se volvió al oírnos llegar, nos llenó de tranquilidad.
Era Piotor, se levantó y corrió a abrazarnos.
-Amigos míos, estaba preocupadísimo. ¿Qué sucedió? -. Nos preguntó impaciente.
Le miramos un tanto atónitos, puesto que prácticamente no sabíamos ni donde nos hallábamos.
-No os preocupéis, don Pasquale nos ayudará, encontraremos a Merlín.
Sabíamos que de ciertos temas no podíamos hablar con nadie, pero si uno de nosotros abría un espacio de confianza, este cedía tan sólo a un punto concreto sobradamente conocido. El límite siempre estaba en ocultar nuestra capacidad de desplazarnos en el tiempo.
Sabiendo perfectamente a lo que se refería Piotor, comencé a relatarle los sucesos:
-Lorena a atrapado a Merlín y probablemente a estas horas le estén torturando. -, le expliqué a nuestro amigo.
-Debemos darnos prisa. -. Me contestó Piotor.



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