domingo, 5 de febrero de 2012

Capítulo 22 La travesura


Alex pasó el día entero preguntando por Merlín, nuestro amigo caló muy hondo en el corazón del pequeño y saberlo herido le llenaba de congoja.
El día transcurrió en un instante, como todos los días que pasábamos con el pequeñín, nuevamente nos despedimos de él y como todas y cada una de las veces que le dejamos allí, la tristeza nos embargaba, Roxanne no paraba de llorar.
Pero en aquel día ocurrió algo, algo muy distinto...
Alex era un niño de poco más de ocho años, con toda la inquietud e ignorancia que ello supone, una ignorancia que siempre antepone la curiosidad al miedo.
Roxanne y yo le habíamos dejado dormido, eso es lo que habíamos pensado...
Alex fingía el sueño en esta ocasión, apenas cerramos la puerta Roxanne y yo, él saltó de la cama y se vistió, él nos había visto desde su ventana partir en varias ocasiones, sabía que íbamos andando, que no montábamos a caballo ni a la ida ni a la vuelta.
Como el niño que era decidió curiosear, nos siguió hasta la gruta y nos oyó la conversación previa al salto:


-Hoy noté muy inquieto a Merlín -, comentó Roxanne cuando ya estaba interpuesta entre los dos reflejos.
-Es cierto, saltaremos un poco antes ¿Que tal a las 17:00 en lugar de a las 19:00 horas?
-De acuerdo entonces... ¿Las 17:00 horas del día 20 de Junio del 2009?
-Sí. Yo saltaré 5 minutos después a las 17:05 del 20 de junio de 2009.
Entonces Roxanne pronunció su poema:

Tirarlo por la ventana
En galo es defenestrar,
Te puedes desahogar
De forma tranquila y sana.

Lucera es ente que emana
Sentir, querer o pesar,
Bendice este afín lugar
Que a par une y hermana.

Lumbrera es la poesía.
Abriéndola el mal cesa,
Es lírica es alma mía,

El lazo que dulce apresa,
Amor que de mi surgía,
La más sincera promesa.

Cuando Roxanne desapareció, Alex debió pensar que eran algo así como unas palabras mágicas.
Después me situé yo en el portal y el niño supo a ciencia cierta que era desde allí donde partíamos.
Entonces recité mi poema:

Añorando en modo necio
Te recreas en saudades
Son recuerdos y pesares
Que reposan como pecio.

En el fondo son de aprecio,
Mas no avanzas tus andares.
Lidia hoy tus avatares,
Pues vendrá el futuro recio.

Abandona los recuerdos
Devorando cada instante
Sólo cúmplanse los sueños

Avanzando hacia adelante,
Si te sumas a los cuerdos
Sea en gracia Dios mediante.

En cuanto yo salté, Alex se situó frente a la losa, no sabía muy bien lo que hacía, tan sólo el instante hacia donde nos dirigíamos, y que debía llegar más tarde para seguirnos.
El camino de regreso al templo lo conocía así que pensó que una hora más tarde estaría bien, pensaba llegar a las 18:00, sí. Eso es una hora más tarde, había visto a Bill escribir las horas en su diario.

Bill era muy bueno, pero quería estar con sus amigos, lo malo es que no sabía que recitar, recordó algo que le contó Bill una vez que le vio jugando con las habas secas, haciendo un collar:

Como la niña inocente
Ensarta el alimento.

Haciendo su collar inconsciente.
Hilar gotas es vano intento,

Pues pasado el presente,
 Tan solo será un lamento,

Que si bien lamente,
Su instinto dejó contento.

Reapareció en el siglo XXI, tras recuperarse del susto de ver como se desvirtuaba, pensó que no era tan diferente lo que había ahora ante sus ojos.
Cuando salió al exterior, lo primero que vio es que llovía a mares pensó que de camino al pueblo se pondría como una sopa, pero no fue eso lo que le preocupó al llegar allí.
Cuando llegó allí pensó que se había equivocado, al darse cuenta de que todo era muy diferente, demasiado diferente, y tuvo miedo, mucho miedo.

Llegamos a la casa completamente empapados por el diluvio que caía fuera y  al llegar Merlín no estaba, en su lugar estaba una enfermera enojadísima que decía muy airada:
-Si mis servicios no se precisan, díganmelo, no se anden con rodeos o me den sustos como el de hoy, porque yo no entiendo donde se ha metido este señor, se marchó de repente.
-Nadie a dicho que no la necesitemos, ni tan siquiera lo hemos insinuado, el  por qué ha desaparecido el señor, no lo sabemos ni siquiera nosotros mismos, lo mejor será preguntárselo cuando regrese. ¿No cree usted? -, le dije intentando calmarla.
En ese instante apareció Merlín y el rostro de la enfermera se desencajó:
-¡Usted! -. Gritó a viva voz la enfermera.
-Sí. Estoy empapado pero soy yo. ¿Qué pasa? -. Replicó Merlín a lo suyo.
-Ya no lo soporto más, me voy -, soltó ya harta la enfermera.
-¡Aleluya! -, casi cantó Merlín.
-Pero Merlín... -, le reproché.
-Que se vaya, no la necesito, además tengo grandes noticias.
-¿Si? ¿De qué se trata? -, preguntó Roxanne que intuía que la noticia era referente a Alex, tras el juramento que el mago nos hiciera.
La enfermera al ver el interés que poníamos en Merlín en detrimento del que nos requería, dio un bufido y se marchó a su habitación para hacer su equipaje.

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